En el corazón de la campiña francesa, la vida del padre Simón transcurre entre los ritos sagrados y el servicio a su comunidad parroquial. Esta existencia ordenada se fractura cuando Louise, un rostro del pasado que creía olvidado, irrumpe durante una ceremonia litúrgica trayendo consigo a Aloé, un niño de once años que resulta ser su descendiente. La revelación desencadena un conflicto existencial que cuestiona los cimientos de su identidad, enfrentando su compromiso eclesiástico contra los instintos paternales recién descubiertos. Mientras el sacerdote intenta conciliar ambas responsabilidades, la noticia se expande como la pólvora por el pueblo, generando reacciones encontradas entre los feligreses que antes lo veneraban. La lucha interna de Simón se intensifica al navegar entre los rigores del celibato sacerdotal y el deseo natural de proteger a su hijo, creando una dualidad que pone a prueba tanto su fe como su humanidad. La llegada del niño despierta en él emociones largamente reprimidas y preguntas sobre la verdadera esencia de la paternidad espiritual versus la biológica. Determinado a legitimar esta doble vocación, el religioso inicia un camino lleno de obstáculos hacia las esferas superiores del Vaticano, donde deberá demostrar que el amor paternal puede coexistir con el servicio divino. Este viaje lo llevará a confrontar tradiciones centenarias mientras busca un precedente que reconcilie su paternidad inesperada con los votos sagrados, desafiando convenciones establecidas en su búsqueda por integrar ambas dimensiones de su ser en una sola existencia coherente y auténtica.